Esta semana hemos tenido ocasión de charlar con Cristóbal Cobo, autor del libro Acepto las condiciones, editado por Fundación Santillana, donde se habla sobre los abusos y usos de las tecnologías digitales. El libro está disponible aquí de forma gratuita para su descarga.
Entrevista con Cristóbal Cobo (Libro Acepto las condiciones)
- ¿Cómo surge la idea de escribir este libro?
Ya había escrito anteriormente varios libros para analizar cuáles eran las posibilidades sobre internet, qué puertas abrían, qué comunidades vinculaban, qué puentes ofrecían entre el mundo de la educación y la sociedad, entre las comunidades expertas y la sociedad, entre quienes producían conocimiento y quienes lo consumían. Pero todo es pendular. Así como hace 10 o 20 años hubo una emergencia entusiasmo sobre internet, hoy en día existe una reflexión mucho más profunda sobre cuáles son los costes que están asociados a un uso intensivo de las tecnologías. Si bien no es un tema nuevo, es un tema que hoy día está en aumento y me parecía muy relevante poder ponerlo en un discurso que fuese de interés colectivo para distintas comunidades. Un momento detonador de esto fue el interrogatorio que tuvo Mark Zuckerberg en el Senado de los Estados Unidos frente a los abusos de datos en el conflicto de Cambridge Analytics. Me pareció tan brutalmente simétrica la manera en que Zuckerber respondía y la precariedad con la cual los senadores americanos interrogaban, que me di cuenta de lo importante que era analizar esta asimetría para determinar en qué momento llegamos a esto. Además, es interesante poner en perspectiva hoy, momento en el que internet cumple 30 años, cómo se ha desvirtuado de manera tan profunda de la idea inicial de sus primeros ideólogos, de cómo los primeros padres de internet lo pensaron.
- ¿Debemos preocuparnos realmente por nuestra seguridad y privacidad al estar constantemente conectados o es una alarma social injustificada?
Quizás es mucho más fácil responder esta pregunta si uno piensa en el ejemplo de los menores de edad que están bajo su responsabilidad. ¿Debería yo preocuparme de ellos, hacerme responsable, darles herramientas para protegerse y poder vitar que por su vulnerabilidad sean víctima de abusos? Yo creo que sí. No debemos ocuparnos, sino preocuparnos. Y preocuparse significa tener una actitud un poco más reactiva. Desde informarse, revisar las configuraciones, hacer cosas que en ocasiones pueden ser tediosas como borrar el historial de navegación y las cookies… son cuestiones básicas que, de la misma manera que aprendimos a usar 5 o 6 herramientas de redes sociales o colaboración permanente, también deberíamos cuidar estos aspectos que algunas personas denominan “de higiene digital” o de “minimalismo digital”. También hay otras cosas que podemos hacer además de informarnos, como hablar con gente que sabe más que nosotros. Poner este tema a debate, así como el medio ambiente o la protección de las minorías dejaron de ser un tema aparte para ser hoy día un tema de sociedad.
Del mismo modo, la protección de las personas debe pasar a un primer plano. Ya no sólo en términos de privacidad, sino en lo que se refiere a no ser influenciados, a poder tener espacio de silencio, a saber qué pasa con sus datos… Espero que llegue pronto el día en el que la ciudadanía exija a sus representantes que pongan todo esto en las agendas políticas, que no sea solamente un tema de discusiones de bar o intelectuales, sino que sea un tema de agenda social y que se trate de manera mucho más transversal. Y qué mejor manera de hacerlo que logrando que los políticos y representantes se pongan del lado de los ciudadanos antes que del lado de las empresas. Creo que hay camino por avanzar en este sentido.
- ¿Cómo puede afectar a una persona decidir no utilizar redes sociales, apps de Google, etc.?
Yo vivo sin Facebook desde hace 1 año y tengo una vida bastante normal. Es cierto que uso Twitter, aunque no creo que sean herramientas comparables. Creo que cada vez más personas lo hacen, especialmente ciertos rangos sectarios han tenido una especie de contracultura frente a lo que fue el boom de las redes sociales, pero la verdad es que yo creo que el debate no es ese. Difiero un poco de Jaron Lanier cuando plantea en su libro 10 razones para borrar tus redes sociales.
Creo que el tema no es hacer una desconexión total, irse a la montaña a meditar y dejarlo todo… Creo que podemos vivir con tecnología. Hoy día la sociedad está diseñada y estructurada de una manera en la cual es muy difícil no utilizar la tecnología dadas las formas en las que nos comunicamos con nuestros seres queridos, la manera en la que introducimos nuestro perfil profesional o coordinamos actividades de ocio. Pero, al mismo tiempo, todo esto no nos impide reflexionar.
El primer paso es poder tener en cuenta cuáles son las cosas a las que hemos tenido que renunciar para entrar en la vida digital, a cambio de qué lo hemos hecho. ¿Qué ha cambiado en nuestra vida en los últimos 10-12 años, desde que entró de lleno la telefonía móvil? De qué carecemos hoy que en ese momento sí teníamos. Pienso que ese es el primer paso antes de desconectarse y aislarse por completo.
- ¿Realmente hay cada vez más conciencia sobre la importancia de proteger nuestros datos en la Red?
La verdad es que no estoy seguro. Ya han pasado 5 años desde que Snowden evidenciara cómo el gobierno norteamericano y la agencia nacional de seguridad hacen espionaje masivo no solamente a los ciudadanos, sino a las autoridades de los países. Y yo me pregunto en qué ha cambiado de manera estructural el comportamiento y la relación que tenemos con las tecnologías. Tengo la impresión de que no necesariamente hay más conciencia. Escuchamos más sobre ello, pero parece que sigue siendo un debate de expertos, de legisladores, de abogados, de técnicos… Pero tengo la impresión de que no hemos logrado convertir esto en una reflexión transversal. Falta transmitirlo en las escuelas desde edades tempranas, falta que las personas de la tercera edad entiendan las nociones básicas. Todavía falta camino.
Quiero ser optimista y pensar que en un futuro que no sé cuándo llegará, el hecho de proteger a las personas desde el ámbito de las tecnologías va a convertirse en un valor especial, en un valor añadido. Creo que se ofrecerán algunos servicios que digan “nosotros te cuidamos”, al igual que existen empresas que ofrecen comida un poco más sana o productos que tienen una baja huella de carbono, quiero creer que llegará un momento en el que algunas empresas se distingan por tratar bien a las personas, como sujetos y no como objetos de explotación de datos. Pero aún falta camino para ello. Por lo tanto, mientras tanto, los medios de comunicación juegan un papel fundamental para abrir y generar debate sobre estos asuntos.
- ¿Hay en marcha algún próximo proyecto relacionado?
Creo que están pasando cosas. La Ley de Protección de Datos de la Unión Europea en mayo del año pasado fue una contribución en la dirección correcta. Si bien yo creo que insuficiente, es sin duda una contribución. Desde el mundo académico existen una gran cantidad de proyectos de investigación e iniciativas apostando para construir un mecanismo de mayor transparencia, de mayor armonización de los datos, para promover el desarrollo de una inteligencia artificial centrada en las personas, asegurarse que a los algoritmos que se utilizan para servicios de beneficio público se les pueda dar una contabilidad más transparente.
En este sentido, quienes trabajan en educación y tecnología, sistemáticamente han puesto más esfuerzos en desarrollar una cultura de ciudadanía digital. Creo que están ocurriendo cosas. Tim Berners-Lee, el padre de la web, también está trabajando en un proyecto para buscar descentralizar los datos de las multinacionales. Yo diría que este tema está ganando presencia. Hoy día tenemos a muchas multinacionales que gritan a los cuatro vientos que están comprometidas con la ética digital…
Tenemos que ver cómo pasamos de que esto sea una estrategia de marketing a que se convierta en hechos tangibles que realmente permitan conocer a los usuarios cuáles son los datos de ellos que las empresas tienen en su poder, para qué se utilizan y en qué momento el ciudadano puede ser capaz de recuperarlos y hacer con ellos lo que él o ella quiera, así que todavía nos queda camino por avanzar.
¡Muchas gracias por tu tiempo, Cristóbal!