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Sobreexposición en redes sociales: ya hay niños denunciando a sus padres

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Que hemos perdido un poco el norte con el tema de las redes sociales es algo que sé que es un sentimiento compartido por muchos de nosotros. Personalmente hago un uso casi anecdótico de mis redes y podría decir que no tengo redes sociales personales como tal. Lo poquito que las uso es para temas profesionales o por proyectos concretos que demandan este tipo de soportes. Pero de un tiempo a esta parte ya no me verás subiendo fotos de mis vacaciones, de mis sobrinos o de mis quedadas con amigos. La sobreexposición en redes sociales me quemó y de pronto un día comprendí que no necesitaba compartir todo esto de forma pública, que si quería compartir algo que me gustaba era mucho mejor hacerlo directamente con mis amigos y no exponerlo a un público al que ni siquiera conocía.

Creo que la sobreexposición en redes sociales se nos hace bola. Es una herramienta valiosísima que no en todos los casos hemos sabido gestionar. Y ya no se trata solo que como adultos estemos haciendo las cosas regular. El problema viene también por ese babyboom tech que tanto está marcando la infancia de los más pequeños y nosotros, los adultos, quienes deberíamos protegerla, no estamos gestionándolo correctamente.

Oversharing o sobreexposición en redes sociales: un caso de estudio de nuestra sociedad

No es un término que nos hayamos inventado nosotros. La Agencia Española de Protección de Datos define el oversharing como «la sobreexposición de información personal en internet. En particular en las redes sociales a través de los perfiles de los usuarios». Se considera que una persona practica oversharing cuando expone su vida en internet, varias veces al día y con detalles que podrían pertenecer a su vida privada.

Pero, ¿por qué lo hacemos? Personalmente, lo veo un claro reflejo de nuestra sociedad. Cada vez avanzamos más hacia sociedades con deficiencias en sus relaciones personales. Somos más independientes, pero también más solitarios. Tenemos vínculos menos afianzados y, en general, hay un mayor sentimiento de soledad. Una soledad que, de forma errónea, tratamos de paliar con un uso excesivo de estas redes sociales. Un like no es un amigo, pero el efecto que «ser popular» en redes genera en el cerebro nos hace sentir lo contrario.

Necesitamos que nos hagan casito, pero también tener la sensación de que no nos estamos perdiendo nada (el FOMO ataca de nuevo). Además, las propias redes sociales alientan este comportamiento, con algoritmos opresivos que nos incitan a publicar cada vez más y más y más si no queremos perder «popularidad».

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Riesgos de tener toda tu vida en las redes sociales

Puedo entender, porque a mí durante muchos años también me sucedió, que no te puedas resistir a subir fotos e historias de ese viaje idílico que estás haciendo. Esa sensación de «¿cómo voy a estar en Maldivas y no lo voy a subir a Instagram?» en el fondo es un veneno. La mayoría de las veces se sube por demostrar algo, más allá de ese objetivo inicial de que lo vean tus amigos o familiares. Te invito a que tu próximo viaje, en vez de subirlo directamente a Instagram, compartas con tus amigos por WhatsApp. Es una relación mucho más directa y que sí que afianza lazos y te aseguras de llegar realmente a las personas que te importan.

Este precisamente es uno de los riesgos que achaco a las redes sociales: te olvidas de tu red real y las relaciones se pueden empobrecer. A fin de cuentas, pierdes el contacto directo y te diriges a una masa que va a consumir tus contenidos durante unos segundos… y nada más.

Por supuesto, también hay otros riesgos que dan más miedo de esta sobreexposición en redes sociales, como ser el blanco de robos. Hoy en día, con un poco de ingeniería social podemos perfilar cómo es la vida de una persona, incluso saber dónde vive, dónde trabaja o por dónde se mueve. Si esto le sumas el hecho de compartir cuándo estás fuera de casa, estás vendido. Piénsalo. Y no solo hablamos de robar tus pertenencias físicas, se pueden llevar algo mucho más importante: pueden robar tu identidad.

En ocasiones, cada vez más personas ven cómo sus redes sociales se utilizan en su contra a la hora de conseguir un puesto de trabajo. Ya no somos solo un CV o una entrevista de quince minutos. Ahora los reclutadores pueden tener un perfil extensísimo sobre ti… o sobre la imagen que proyectas en redes sociales.

Babyboom tech: ¿comenzamos demasiado pronto a exponer a los niños a la tecnología?

Pero como decía al principio de este artículo, ya no solo es peligroso que lo hagamos como adultos. El problema es que creamos una imagen digital de nuestros menores desde la primera ecografía. Esta impresionante pérdida de privacidad es un problema real. Pedofilia, robo de identidad, bullying… ¿A ti te hubiese gustado que miles de desconocidos te hubieran visto el primer día de vida, tu primera palabra o incluso cómo escupías la papilla? A mí, desde luego, no. Y agradezco haber nacido en un momento en el que las redes sociales no existían.

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Instamamis que se arrepienten…

Aunque el movimiento de las instamamis está de actualidad y cada vez salen más, también estamos empezando a ver pasos atrás. Casos como el de Sara Inisterra, quien ha iniciado una cruzada personal para explicar los motivos por los que ha decidido dejar de exponer la vida de sus hijos en redes sociales. Incluso, ha declarado que borrar toda la huella digital de los menores es imposible. Y ya no solo se trata de borrar las fotos de sus perfiles, eso es lo más fácil. Esas imágenes y vídeos ya están en miles de dispositivos de terceros, en internet… Y borrarlo por completo no es nada sencillo.

…y niños que demandan a sus padres

Antes de terminar, también quiero mencionar casos que están comenzando a hacerse públicos y es el de los hijos que, cuando llegan a la mayoría de edad, demandan a sus padres por haber expuesto su vida sin su consentimiento. Y la justicia les está dando la razón.

De hecho, en Italia están siendo pioneros en este tema y ya están tratando de minimizar el impacto de este babyboom tech en la vida de los menores. El 21 de marzo de 2024 se presentó un proyecto de ley con el que se busca precisamente este objetivo. Entre las medidas propuestas, se incluye que, en caso de que se obtenga un beneficio económico por el uso de la imagen de sus hijos en internet, se deberá transferir el dinero a una cuenta a nombre de sus hijos y a la que podrán acceder cuando cumplan la mayoría de edad.

Usar bien las redes sociales: nuestro objetivo

No hablo de demonizar las redes sociales, porque son una excelente herramienta, no tengo ninguna duda. Pero sí a aprender a usarlas de forma responsable, para que no afecten a nuestra vida profesional pero sobre todo a nuestra vida personal, a nuestro autoestima y a nuestra percepción de lo que sí es el mundo real.

Las redes sociales llegaron sin manual de instrucciones y a base de prueba y error hemos tenido que aprender a utilizarlas. Todavía estamos en el camino, pero es necesaria un poco más de conciencia sobre el tema y no dejarse llevar simplemente por la marea «porque es lo que todos hacen».

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